En el exterior siempre hay que buscar la sombra, cubrirse la cabeza, usar ropa ligera y de color claro y un calzado fresco, cómodo y que transpire.
Cuidar la piel con protectores solares, utilizar gafas con filtros ultravioleta y reducir las actividades físicas intensas al aire libre, sobre toda durante las horas más calurosas.
En casa, deben bajarse las persianas cuando el sol incida directamente sobre las ventanas y no abrirlas cuando la temperatura exterior sea alta.
El aumento de las temperaturas conlleva una mayor sudoración con la consiguiente pérdida de agua y sales minerales que, de no reponerse, puede dar lugar a algunos de los siguientes síntomas: calambres, agotamiento por calor y golpe de calor.
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